Conozca hasta que edad se puede aprender con facilidad un idioma y hablarlo con fluidez

Frecuentemente se dice que aprender un idioma es fácil para los niños y se torna más difícil a medida que envejecemos.

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¿Existe una edad límite crítica para aprender un idioma con fluidez?, pues según una nueva investigación, la respuesta es sí. Si quieres tener un conocimiento como un nativo de la gramática inglesa, por ejemplo, lo ideal es que comiences antes de los 10 años.

Según un artículo d BBC Mundo, las personas continúan siendoaprendices altamente calificados hasta los 17 o 18 años, cuando la habilidad disminuye.

Estos hallazgos fueron publicados en la revista Cognition y surgen de una prueba de gramática en Internet en la que participaron casi 670,000 personas de diferentes edades y nacionalidades.

¿De qué se trata?
El cuestionario de gramática se compartió en Facebook para lograr una mayor participación de personas. Entre las preguntas que los participantes respondieron está si pueden determinar si la siguiente oración es gramaticalmente correcta o no: “Yesterday John wanted to won the race”. Lo que en español se podría traducir por algo así como “Ayer, John quería ganó (sic) la carrera”.

Para ser gramaticalmente correcta, debería ser: ” Yesterday John wanted to win the race”. Es decir: “Ayer, John quería ganar la carrera”.

A los usuarios se les consultó la edad, cuánto tiempo invirtieron enaprender inglés y en qué contexto, por ejemplo, si se mudaron a un país de habla inglesa.

Alrededor de 246,000 de las personas que hicieron la prueba dijeron que crecieron hablando solo inglés, mientras que el resto era bilingüe o multilingüe.

Los idiomas nativos más comunes (excluyendo el inglés) fueron finlandés, turco, alemán, ruso y húngaro.

La mayoría de las personas que completaron el cuestionario tenían entre 20 y 30 años. El más joven tenía aproximadamente 10 años y el mayor más de 70.

Cuando los investigadores analizaron los datos utilizando un programa informático, la mejor explicación para los hallazgos fue que el aprendizaje de la gramática fue más intenso en la infancia, continuó en la adolescencia y luego cayó en la edad adulta.

¿Cuestión de edad?
Frecuentemente se dice que aprender un idioma es fácil para los niños y se torna más difícil a medida que envejecemos.

Pero los estudiantes adultos pueden llegar a ser profesionales del idioma y hasta mostrar fluidez, dicen los investigadores.

No está claro qué es lo que causa la caída en la tasa de aprendizaje óptimo alrededor de los 18 años.

Los investigadores sugieren que podría ser porque el cerebro se vuelve menos adaptable en la edad adulta y se resiste a los cambios.

El coautor del estudio Josh Tenenbaum, profesor de ciencias cerebrales y cognitivas en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, Estados Unidos), opina: ” Es posible que haya un cambio biológico. También que sea algo social o cultural”.

“En muchas sociedades se es menor de edad hasta los 17 o 18 años. Después de eso, una persona abandona la casa, quizás trabaja a tiempo completo o se convierte en un estudiante universitario especializado. Todo esto puede causar un impacto en el aprendizaje para cualquier idioma”.

Eso no significa que aprender otro idioma en la adultez es inútil.

Aprender otra lengua es bueno para el cerebro e incluso puede retrasar la aparición de demencia, según varios estudios.

Otros especialistas sostienen que no hay un límite de edad para aprender un idioma y lograr fluidez.

Para la profesora Marilyn Vihman, del departamento de lengua y ciencia lingüística de la Universidad de York, ” la idea de que no se puede alcanzar la capacidad nativa de un idioma si no se comienza temprano es cuestionable”.

https://www.larepublica.co/alta-gerencia/hasta-que-edad-se-puede-aprender-un-idioma-y-hablarlo-con-fluidez-2723256

El año que pasé sin comprar nada

Mientras menos compraba, más sentía Ann Patchett que vivía en medio de la abundancia.: VidaModernaAbre1860 © Semana VidaModernaAbre1860

Si aún no ha decidido su propósito para 2018, la escritora Ann Patchett tiene uno para usted: no comprar nada material que no sea estrictamente necesario en los siguientes 365 días. Aunque las primeras reacciones de las personas ante una propuesta de estas gravitan entre el asombro y la incredulidad, Patchett lo califica como una vivencia “excelente”. Lo cuenta luego de haber recorrido el año que termina diciéndole no a todo tipo de adquisiciones, salvo las relacionadas con alimentos y otros artículos para subsistir. Ella recoge su experiencia en un artículo de su autoría publicado en el diario The New York Times.

La idea surgió a finales de 2016 cuando se enteró de que una amiga suya se había embarcado en una aventura similar. Al principio esta escritora de 54 años se sorprendió por la fuerza de voluntad y disciplina de ella. Pero cuando su amiga le dijo que no había sido tan duro como imaginó, decidió intentarlo. Esta escritora, reconocida por su novela La comunidad, recibió 2017 decidida a asumir ese gran reto. Pensó en solo excluir la ropa y los accesorios e ideó un plan en el que incluía pasar los siguientes 12 meses lejos de las páginas web, las vitrinas de ropa y los centros comerciales. Pensaba que si no veía nada, no se antojaría y por eso los catálogos con ofertas irían directo a la basura. Pero no había terminado el primer mes cuando llegó a su casa con un par de parlantes portátiles. “Me sentí estúpida. ¿No debería incluir en mi lista también a los aparatos electrónicos?”, dice en su artículo.

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En ese momento sintió que debía hacer una lista más seria de cosas para excluir. Pero al mismo tiempo pensó que el listado debería tener un balance entre despojarse de lo material sin caer en lo draconiano, pues los extremos podrían llevarla a colapsar a mitad de camino. Como resultado de ese análisis, excluyó todo excepto las compras en el supermercado, lo que implicaba comprar hasta flores, champú, tinta para la impresora y pilas, pero solo cuando se acabaran. También podía comer en restaurantes y comprar tiquetes aéreos. Aunque hubiera podido prohibirse los libros, no lo hizo porque como escritora y dueña de Parnassus, la única librería de Nashville, consideró que estos eran su fuente de negocios.

“Los primeros meses estuvieron llenos de grandes descubrimientos”, dice. Uno de ellos fue saber que necesitaba muchas menos cosas de las que creía. El día en que se le acabó el protector labial pensó que tendría que correr al supermercado para reemplazarlo, pero al buscar en sus cajones encontró no uno, sino varios que había dejado a medio terminar. También encontró perfumes viejos, cremas y jabones sin empezar que todavía servían y decidió usarlos todos.

Hubo pruebas difíciles como cuando se antojó de un Fitbit, aparato que monitoriza la actividad física de una persona. A diferencia de los modelos anteriores, este parecía una joya y además de eso no necesitaba conectarse a un teléfono inteligente. Durante cuatro días no dejó de pensar en él, a tal punto que llegó a creer que realmente lo necesitaba. Para resistir la tentación puso en práctica un consejo que sus padres siempre le trataron de inculcar de niña, que consistía en esperar. Ellos le decían que las ganas pasarían si ejercía ese control. Y así fue. “De repente ¡puf!, no lo quise más”.

Ni Tom Hanks logró descarrilarla de su meta. En septiembre recibió una invitación para entrevistar al actor acerca de su colección de historias cortas que se llevaría a cabo en octubre en frente de 1.700 personas en un teatro en Washington. En otro momento de su vida lo primero que habría pensado era que la ocasión ameritaba un nuevo traje y habría gastado cuando menos dos días en encontrarlo. Pero embarcada ya con más de ocho meses en este proyecto pensó: “Tom Hanks nunca ha visto ninguno de mis vestidos ni tampoco la gente en la audiencia. Fui a mi clóset, escogí una pinta acorde con el clima del día y la empaqué en la maleta. Solucionado”. Por esa época también consideró estar lo suficientemente fuerte como para salir de compras con su mamá y su hermana y resistir las ganas de probarse y obtener prendas nuevas. “Una vez uno le coge el tiro, ya no es difícil”, dice.

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La prueba de fuego, sin embargo, llegó cuando tuvo que comprar regalos para otros. Ella, que se define como una persona a la que le fascina regalar, decidió que solo daría libros, pues estaban excluidos de la lista. La norma funcionó hasta que la invitaron al matrimonio de su editor y Patchett no toleró la idea de darle un libro en una ocasión tan importante. Sin embargo, esa experiencia la hizo pensar en el concepto de estar dando regalos para demostrar afecto. “Eso tenía que parar. La idea de que nuestro afecto se manifiesta mejor con otro suéter es reduccionista”.

Como era de esperarse, el año trajo muchos aprendizajes. El primero, apreciar mucho más lo que otros le brindaban. En una ocasión le hizo un favor a un amigo y este le agradeció el gesto con un par de zapatos tenis. “Si hubiera estado comprando cosas como usualmente hacía, le habría dicho ‘no tenías que hacerlo’”. En esta oportunidad se lo agradeció de corazón.

Otra de las moralejas es que al ver que no podía comprar, se sintió viviendo en medio de la abundancia, y esa sensación le producía humildad, pero también tristeza. “¿Cuándo logré acumular tanto y quién podría necesitarlo?”. Para Patchett, cuando la gente deja de pensar en lo que quiere, se fija más en lo que los demás no tienen y esa sensación le generó mayor paz interior. De ahí a entender por qué muchas religiones piden a sus fieles abandonar la vida material, no había sino un paso. “Las cosas que compramos y compramos y compramos son como una capa gruesa de vaselina en un vidrio: podemos ver algunas formas, la luz y la oscuridad, pero en nuestra constante compulsión por tener lo que queremos perdemos los detalles de la vida”. Aunque lo que ahorró no se lo dio a los pobres, la autora señala que la experiencia le hizo ver el verdadero sentido del dinero, “como algo que ganamos y gastamos y guardamos para cosas que queremos y necesitamos. Una vez pasé esa etapa me fue más fácil dar el dinero a quien realmente lo podía usar”. Adicionalmente, de lo anterior, no comprar no solo le ahorró plata sino tiempo, el cual ella valora muchísimo. Además le dejó más espacio libre en el cerebro para dedicarse a otras cosas.

A pocos días de terminar su experimento, la autora quedó con la duda de si debía finalizarlo comprándose algo, tal como lo hizo su amiga cuando terminó el suyo con un abrigo negro que abotonaba hasta el cuello. Aunque es consciente de que el motor de la economía capitalista se prende gracias a las compras de personas que se antojan de cosas que no necesitan, decidió renovar su compromiso un año más. “Quién sabe cuánto más pueda durar”.

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Hace exactamente un año, recuerda Patchett, el millonario Donald Trump se preparaba para asumir el papel de presidente de su país, y la sensación que la embargaba en esas noches era de ansiedad. Para calmarse visitaba las páginas de las tiendas en su computador y miraba una foto tras otra: ropa, joyas, carteras, accesorios. “Estaba tratando de distraerme a mí misma, pero esa distracción me dejaba sintiéndome peor”. En esa época la pregunta tácita al ver las páginas era ¿qué necesito? La respuesta que ella da a esa pregunta hoy es “lo que necesitaba era menos”.

https://www.msn.com/es-co/dinero/finanzas-personales/el-año-que-pasé-sin-comprar-nada/ar-BBHdrEV?li=AA4Zjs&ocid=spartandhp

Los 10 puntos que mira un banco antes de aprobar el crédito que solicitó

Si está pensando en solicitar un crédito, tenga en cuenta los puntos que evalúa un banco o entidad financiera sobre su historial crediticio.

Joaquín Mauricio López Bejarano – jlopez@larepublica.com.co

Hasta septiembre, los establecimientos de crédito habían colocado $432 billones en préstamos de todo tipo. La cifra ha logrado crecer con los años, porque independientemente de la edad o del patrimonio que tenga, en cualquier momento una persona accede al mundo del crédito y para eso lo más indicado es que sepa qué evalúa un banco para la aprobación de estos.

Lo primero que debe saber es que dependiendo del tipo de servicio hay puntos que varían. Por ejemplo, los requisitos de un usuario de tarjeta de crédito son diferentes a los de alguien que solicite montos para compra de casas o carros. Por todo esto, LR consultó con expertos cuáles son los 10 puntos que tiene en cuenta una entidad para otorgar un préstamo.

Capacidad de pago
Cualquier sea el monto o tipo de crédito, lo primero que revisan es por cada peso que está solicitando, cuánto tiene para responder. En teoría el ideal es que por cada $100, tenga un colchón de $300 en sus ingresos mensuales. Esto se conoce como la capacidad de pago o de endeudamiento y se mide con base en el salario, pero también por dineros de primas y bonos a los que usted acceda.

Si tiene cómo hacerlo, demuestre que recibe dinero por herencia, pensión, arriendo de un inmueble o servicios que haga además de su trabajo fijo.

Edad del cliente
Una razón del porqué las personas de edad más avanzada sorprendentemente reciben rechazos en las solicitudes es porque el banco necesita alguien que tenga el tiempo para pagar. Algo que se tiene en cuenta entre más alto sea el préstamo.

Préstamos vigentes
Si una persona recibe $2 millones al mes, y cada 30 días 80% ya está comprometido con algún préstamo, es un cliente riesgoso que podría quedar en mora, por lo que podrían rechazar la solicitud. Por eso la entidad revisa los créditos vigentes.

Personas a su cargo
Un familiar que depende de usted es una responsabilidad que se traduce en más gastos y en una menor capacidad de pago, por eso es frecuente la revisión no solo de hijos, sino de otros que dependan de sus ingresos, como abuelos, primos, incluso hasta mascotas.

Tarjetas de crédito
Estos plásticos reportan el comportamiento de deuda más exacto del cliente, permiten conocer cuánto usa en préstamos al mes, el cupo aprobado, y dependiendo el número de tarjetas, aumenta el riesgo de que no le presten más recursos.

Juicio con los pagos
No solo debe pensar en que su comportamiento de pagos haya sido bueno con los créditos que tiene o tuvo, sino también se revisa si hubo mora en algún momento con facturas de otros servicios como el de telefonía celular o los servicios públicos.

Situación laboral
El trabajo es la principal fuente de ingresos, por eso le revisarán cuál es su profesión, si está contratado a término fijo o indefinido, ya que es la garantía de que obtendrá ingresos durante el plazo del crédito. En caso de ser independiente, se validarán las cuentas del último semestre.

Lugar de residencia
No es igual de costoso lo que tiene que pagar por vivir en Bogotá a residir en alguna otra de las principales ciudades, eso influye en sus gastos mensuales. Por esto las entidades revisan dónde está ubicado porque agrega una variable al dinero que tiene que invertir en alimentación, transporte o compras tradicionales.

Asimismo, las facturas públicas son importantes porque dejan ver cuál es su estrato y porque con ellas se logra determinar en los estudios de crédito qué tanto aumentan los gastos por agua, energía o gas. Si no están a su nombre, el sistema lo toma como un punto a favor por supuestos gastos que no tiene que afrontar.

LOS CONTRASTES

  • Jonathan MalagónVicepresidente de Asobancaria

    “Cada entidad tiene la autonomía de ponderar los distintos factores que determinan el perfil crediticio de las personas”.

Para aumentar el puntaje, Asobancaria recomienda revisarlo constantemente, no llegar a los topes de tarjetas crédito y evitar los pagos a última hora.

¿Cómo están los niveles de mora en los préstamos?
Actualmente los bancos han incluido más puntos para evitar que el crédito que otorguen caiga en mora. Por esto es que al solicitante del préstamo hipotecario le llegan preguntas curiosas como si tiene mascota o está en planes de adoptar una. Esto se debe a los niveles de cartera vencida del sistema financiero, que han crecido 39% el último año. Aunque aún no son preocupantes para la banca, evidencian que a septiembre las cuentas a más de 60 días sin pagar llegaron a $7,2 billones en consumo, $1,8 billones en vivienda, y casi $1 billón en microcrédito.

https://www.larepublica.co/finanzas/los-10-puntos-que-mira-un-banco-antes-de-aprobar-el-credito-que-solicito-2571871

Lanzan guía para hacer inversiones responsables en zonas de posconflicto

Katherin Alfonso – kalfonso@larepublica.com.co

La Confederación Colombiana de Cámaras de Comercio (Confecámaras), el Instituto de Ciencia Política Hernán Echavarría Olózaga y Jaime Arteaga Asociados, con el apoyo del Centro Internacional para la Empresa Privada (CIPE) lanzaron la publicación ‘Guía de Inversión Responsable en Zonas de Posconflicto: perspectiva para Juntas Directivas’.

El objetivo, es orientar a los empresarios que estén interesados en invertir en las zonas víctimas del conflicto armado, para aumentar sus posibilidades hacer negocios efectivos. Las juntas directivas podrán reconocer que aspectos deben evaluar a la hora de decidir hacer este tipo de inversiones.

Para Julián Domínguez, presidente de la Confecámaras, “el sector privado está llamado a ejercer su liderazgo e identificar las oportunidades que ofrece la reconciliación. Las Cámaras de Comercio están comprometidas en abrir nuevos caminos y posibilitar que las capacidades locales y las vocaciones productivas de las regiones estén acorde con los proyectos de inversión y planes de negocio de las empresas”.

Esta guía para la inversión en zonas de posconflicto es el primer documento que se realiza en Colombia y en el mundo para  comprender los procesos de inversión responsable en esta materia. La guía se puede descargar en la página web de Confecámaras.

https://www.larepublica.co/economia/lanzan-guia-para-hacer-inversiones-responsables-en-zonas-de-posconflicto-2572814

Entre enero y septiembre se crearon 264.020 empresas en el país

De acuerdo con el informe de Confecámaras, en lo corrido del año, se crearon 264.020 unidades productivas

Juan Pablo Vega B. – jvega@larepublica.com.co

A pesar de la difícil coyuntura a la que se refieren los empresarios y el sector industrial, la creación de empresas creció 7,6% en lo corrido del año y sumó, entre enero y septiembre, 264.020 unidades productivas en todo el país.

De acuerdo con este informe de dinámica empresarial, presentado con Confecámaras, del total de empresas registradas en el año, 55.964 correspondieron a sociedades, mientras que 208.056 fueron personas naturales.

Al mismo tiempo, destacó el documento que, al poner la lupa en las regiones, la mayor cantidad de unidades productivas abiertas este año tiene como origen Bogotá, Antioquia, Valle del Cauca, Cundinamarca y Santander.

Otro dato que tuvo en cuenta el informe tiene que ver con la cancelación de empresas, la cual tuvo un comportamiento destacable. Según Confecámaras, ese ítem bajó 23,8% respecto al mismo periodo de 2016.

Al revisar los sectores donde crecieron estas nuevas unidades productivas, el comercio fue el más destacado, pues recogió 38,7% de las nuevas unidades económicas del país. El segundo sector con mayor creación fue el de alojamiento y servicios de comida (15,6%), junto con la industria manufacturera (9,9%),

Por su parte, las actividades profesionales, científicas y técnicas representaron 6,4% de las empresas creadas, mientras que la construcción tuvo 4,8% de las empresas. Estas cinco actividades, según Confecámaras, representaron 75,4% de las unidades creadas.

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